¿ Qué pasó con la acusación del Subcomandante
Marcos contra Felipe González ?
En febrero de 2003,
el Subcomandante Insurgente Marcos escribió en un comunicado explosivo contra
el ex presidente español Felipe González que, sin embargo, no ha tenido mayor
resonancia.
Este texto fue el
colofón de la polémica que se inició con el affaire vasco del
Sub y que, aquella vez sí, provocó
mucho ruido mediático.
Hagamos un resumen
rápido. En noviembre de 2002, Marcos saluda al Aguascalientes de Madrid vía una
carta dirigida a Ángel Luis Lara El Ruso. Recuerdo
que cuando leí el texto en el diario La Jornada- en aquella fecha me encontraba
en la Ciudad de México- pensé que el Sub había metido
la pata hasta el cuello. Comentar eso mismo por Madrid me ganó algunas broncas
con simpatizantes del EZLN por cuestionar al gran e infalible líder; cuando
tiempo después los propios zapatistas reconocieron su error no dejé de
sonreírme.
Después vino el
cruce de cartas del subcomandante con Baltasar Garzón y ETA, la propuesta de
realizar un encuentro en Lanzarote para abrir vías de diálogo en el País Vasco,
etc. Todo este asunto se aireó suficiente así que no insistiré más.
Y unos meses
después apareció el texto que quiero recordar, titulado “DICIEMBRE: DISTRITO
FEDERAL, LA DUODECIMA ETAPA (Imagen Segunda: México DF, el Diciembre de Acteal
o el porqué del País Vasco)” en el que hay duras acusaciones contra “el señor
Felipe González Márquez, ex presidente del gobierno español y ahora edecán de
los grandes capitales Europeos”:
En los meses posteriores a
febrero del año de 1995, fracasada la traición de Zedillo al EZLN junto con la
ofensiva militar que la acompañó, y agotado el teatro de la detención de Raúl
Salinas de Gortari, los generales Renán Castillo (jefe militar y gobernador de
facto en Chiapas) y Cervantes Aguirre (secretario de la Defensa Nacional)
insistían en la necesidad de activar a grupos paramilitares para enfrentarlos a
los zapatistas (Renán Castillo había estudiado con los norteamericanos y
Cervantes Aguirre estaba en tórrida luna de miel con su homólogo estadunidense,
así que la opción que entonces llamaban Colombia tenía el respaldo del
Departamento de Estado norteamericano).
Sin embargo, Zedillo no acababa
de decidirse. En ese mismo año de 1995, aparece un personaje del gobierno
español. "Intimo del Presidente", dice quien nos pasó la información,
"asistió a reuniones que no eran estrictamente sociales, sino que en ellas
se tocaban asuntos de Estado".
En una de esas reuniones,
Zedillo comentó sobre los zapatistas y el problema que representaba acabar con
ellos, pues tenían a la opinión pública de su lado. El personaje del gobierno
español dijo entonces que lo que había que hacer era destruir la legitimidad de
los zapatistas y después dar el golpe. Zedillo le recordó al personaje la
historia del 9 de febrero y sus consecuencias. El español aclaró que no se
refería a eso, sino a que, si los zapatistas luchaban por los indígenas, pues
había que hacer que lucharan contra los indígenas.
En España, dijo el de ese país, hemos creado unos grupos para contrarrestar el independentismo vasco. Zedillo dijo que sabía de los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) y que había una investigación para deslindar responsabilidades gubernamentales en los secuestros y asesinatos de etarras. El español no se apenó y señaló que matar y secuestrar a asesinos no es un crimen, sino un favor que se le hace a la sociedad. Agregó que los GAL hacían más cosas, como realizar atentados que luego se le atribuían a ETA. Zedillo preguntó si el rey sabía de eso. El español respondió: "El rey sabe lo que le conviene y finge que no sabe lo que no le conviene", y añadió que no pasa nada, que apenas unos días de escándalo en la prensa y ya, que nadie va a profundizar cuando los muertos son terroristas, que hay decisiones graves que deben tomarse por razones de Estado.
En España, dijo el de ese país, hemos creado unos grupos para contrarrestar el independentismo vasco. Zedillo dijo que sabía de los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) y que había una investigación para deslindar responsabilidades gubernamentales en los secuestros y asesinatos de etarras. El español no se apenó y señaló que matar y secuestrar a asesinos no es un crimen, sino un favor que se le hace a la sociedad. Agregó que los GAL hacían más cosas, como realizar atentados que luego se le atribuían a ETA. Zedillo preguntó si el rey sabía de eso. El español respondió: "El rey sabe lo que le conviene y finge que no sabe lo que no le conviene", y añadió que no pasa nada, que apenas unos días de escándalo en la prensa y ya, que nadie va a profundizar cuando los muertos son terroristas, que hay decisiones graves que deben tomarse por razones de Estado.
Zedillo señala que eso no sirve
aquí, porque los zapatistas no son terroristas. "Hágalos
terroristas", dice el español, y prosigue: "Lo que hay que hacer es
crear un grupo armado de indígenas, hacer que se enfrente a los zapatistas, se
pelean, hay muertos, entra el ejército a poner en paz a todos y ya". El
español continúa: "nosotros podríamos echarles la mano con algunos
consejos, en fin, algo de experiencia. Claro que esperamos de su gobierno
alguna cooperación a cambio, como la extradición de etarras que viven en su
país". Zedillo dice que no es seguro que sean etarras. "Eso no es
problema -dice el español-, nosotros nos encargamos de que lo sean". El
español agrega que su gobierno podría apoyar también al gobierno mexicano en
las negociaciones comerciales con Europa, y termina su argumentación con una
frase: "Hombre, Ernesto, si en algo somos expertos los españoles es en
exterminar indígenas".
Hasta aquí la información que
nos llegó. El resto se infiere rápidamente: Zedillo ordena la activación de los
grupos paramilitares, el gobierno español da asesoría, y el gobierno mexicano
incrementa la extradición de supuestos etarras.
El 22 de diciembre de 1997, un
grupo paramilitar marcha a enfrentarse con los zapatistas. Estos se repliegan
para evitar un choque entre indígenas y avisan a los no zapatistas de la
amenaza. En Acteal quedan Las Abejas, desarmados y confiados en que, siendo
neutrales, nada les pasará. La carnicería empieza y termina, mientras policías
y militares esperan pacientemente para entrar a "poner paz" en el
"enfrentamiento" entre indígenas. La verdad se descubre casi
inmediatamente gracias a los medios de comunicación. La noticia da la vuelta al
mundo y conmociona a todo ser humano noble. En Los Pinos, Zedillo sólo repite: "¿Por
qué niños y mujeres?"
¿Era Felipe González Márquez la persona que
platicó con Zedillo sobre los GAL, los paramilitares y la extradición de
vascos? ¿Era alguien de su gobierno?
Más adelante Marcos
explica el por qué del interés del EZLN por el País Vasco:
Queda así respondida la pregunta que muchos se hacían:
"¿Por qué el EZLN se mete en el tema del País Vasco?" Fue el gobierno
español el que metió el tema vasco en la lucha indígena en México, no nosotros.
Lanzamos una provocación que tenía como
objetivo principal a Felipe González. Fallamos en provocar a González, pero en
su lugar cae, herido en su ego, el juez Baltasar Garzón. La carta al
Aguascalientes de Madrid señalaba ya la intención zapatista de ir a Europa y
tocaba el tema vasco.
Después pasó lo que pasó.
La cuestión es:
¿Existen pruebas o documentos de que Felipe González o alguien de su confianza
asesoró al gobierno de Ernesto Zedillo en su guerra de baja intensidad en
Chiapas? Si es así, mal hizo el Subcomandante de no presentarlas públicamente,
hubiera o no encuentro en Lanzarote. Por mucha legitimidad que pueda tener la
palabra zapatista, sucesos como este dejan sombras en las cuales puede
suponerse que sólo hay rumores y habladurías de oídas.
No tengo confianza
en que, de existir tales pruebas, Felipe González sea juzgado, como no lo ha
sido Zedillo, o como no lo son Blair, Bush y Aznar. Pero está bien que al menos
sepamos lo sucedido.
¿Qué pasó con la
acusación del Subcomandante Marcos contra Felipe González? Pues nada.
Ciertamente, el
PSOE ha tenido siempre una actitud lamentable a la hora de denunciar la violación
de Derechos Humanos en México.
En su momento,
Joaquín Almunia desautorizó a su partido porque éste firmó en un documento en
el Congreso de los Diputados que exigía al gobierno mexicano que adoptase
medidas para esclarecer la matanza de Acteal (¡sí!, el candidato
“socialista" (?) a la presidencia consideró un error denunciar una
masacre). Por cierto, a este personaje que acusó de “turismo revolucionario”
a los cooperantes españoles en Chiapas, le dedico una cita de José Martí:
“Los que no tienen el valor de sacrificarse, han de tener al menos, el valor de
callar ante los que se sacrifican”.
Hoy día, la
situación no ha mejorado. En medio de las denuncias por la llegada a la
presidencia por fraude del ultraderechista Felipe Calderón y por violaciones
de Derechos Humanos en Oaxaca, allí fue José Luis Rodríguez Zapatero para
legitimar al actual ejecutivo de México.
Pero este romance
tan especial y duradero entre el PSOE y los gobiernos de
México tiene una fácil explicación: los intereses económicos, en
especial los del grupo PRISA, el patrón de González, Almunia y Zapatero.
Echemos un vistazo
al diario El País, el buque insignia de este grupo en el Estado Español y
veremos que en el incluso López Obrador aparece como un super-hiper-megaizquierdista”.
Hasta un periódico teóricamente más derechista como El Mundo ha dado a veces
una información más veraz sobre México.
Sin embargo,
lo más probable es que no parezcan en El País noticias sobre los movimientos
populares mexicanos ni siquiera para hablar mal de ellos y esto es debido a que
PRISA tiene allí muchísimos intereses económico.
El País puede
darse un barniz progre cuando habla de algún que otro territorio por ahí
perdido. ¡Pero no si se trata de México, que ahí PRISA se juega el
dinero!
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