Han pasado casi 68 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial, pero las heridas causadas por la barbarie nazi siguen bien abiertas entre algunos de los colectivos más afectados, como el de los judíos.
Una buena muestra de ello la encontramos en Polonia, donde en las últimas semanas se ha desatado una encendida polémica a raíz de la colocación, en uno de los callejones del antiguo ‘ghetto’ judío de Varsovia, de una escultura de cera realizada por el artista italiano Maurizio Cattelan.
Una buena muestra de ello la encontramos en Polonia, donde en las últimas semanas se ha desatado una encendida polémica a raíz de la colocación, en uno de los callejones del antiguo ‘ghetto’ judío de Varsovia, de una escultura de cera realizada por el artista italiano Maurizio Cattelan.
La obra en cuestión –titulada ‘HIM’– representa al mismísimo Hitler, retratado con cuerpo de niño y vestido con un traje gris, que aparece arrodillado como si rezara. La llamativa escultura fue colocada el pasado mes de noviembre en un patio del ‘ghetto’, y tan solo es visible de espaldas y a través de un pequeño orificio en una vieja puerta de madera, por lo que muchos visitantes ni siquiera se habían percatado de que se trataba de una escultura del dirigente nazi.
Entre los más molestos por la colocación de la escultura se encuentra Michael Schudrich, el principal rabí de Polonia, quien en declaraciones a la prensa manifestó su desagrado por la decisión de situar la obra en un escenario tan significativo para las víctimas judías del nazismo: “Colocarla aquí, en la calle Prozna, parte del ‘ghetto’ de Varsovia, es mostrar una falta de sensibilidad”, aseguró Schudrich.
Entre los más molestos por la colocación de la escultura se encuentra Michael Schudrich, el principal rabí de Polonia, quien en declaraciones a la prensa manifestó su desagrado por la decisión de situar la obra en un escenario tan significativo para las víctimas judías del nazismo: “Colocarla aquí, en la calle Prozna, parte del ‘ghetto’ de Varsovia, es mostrar una falta de sensibilidad”, aseguró Schudrich.
Tampoco se ha mostrado satisfecho Efraim Zuroff, director del Centro Simon Wiesenthal de Jerusalén, para quien la ubicación de la obra supone “una muestra de mal gusto y mal uso del arte”, así como una “provocación sin sentido que insulta a la memoria de las víctimas judías de los nazis”.
Por su parte, el responsable de la instalación artística, Fabio Cavallucci –director del Centro de Arte Contemporáneo de Varsovia– defendió la obra y al artista explicando que no existe ninguna intención por parte del artista de insultar la memoria y el sufrimiento de los judíos.
La escultura forma parte de una instalación de mayor tamaño titulada ‘Amen’, en la que el artista italiano realiza una retrospectiva de su trabajo y explora a través de distintas obras cuestiones tan habituales como la vida, la muerte, el bien o el mal.
El ‘ghetto’ de Varsovia, en el que se encuentra la polémica escultura, se convirtió a partir de 1940 en una enorme prisión de cuatro kilómetros cuadrados donde los nazis recluyeron a cerca de medio millón de judíos. Aproximadamente 100.000 de ellos perdieron la vida como consecuencia de la falta de alimentos, las enfermedades contagiosas y las temibles ejecuciones arbitrarias llevadas a cabo por los nazis.
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